Wyoming, Estado Unidos.- Barry Strang tardó cuarenta y cuatro años para convencer a su esposa Pam de que lo dejara comprar la motocicleta de sus sueños, una Harley Davidson, el día que la compró murió en un trágico accidente vial a 4 kilómetros del local en donde había recogido el vehículo.
Originario de Casper en el estado norteamericano de Wyoming, el hombre visitó la tienda de motocicletas Harley Davidson todas las semanas desde que se casó y cada semana le rogaba a su esposa que lo dejara comprarse una, pero ella decía siempre que no, porque era algo demasiado peligroso.
Comprar una motocicleta era el sueño de su vida, “está en mi lista de deseos”, le decía siempre el hombre a su esposa y antes de jubilarse, Barry, de 59 años de edad, decidió que había llegado el tiempo de dejar a un lado las preocupaciones de su esposa e ir a la tienda a comprar su motocicleta.
Pam finalmente cedió ante las suplicas de su esposo por tantos años y mientras la pareja se dirigía a la tienda se separaron para que ella pudiera consultar un pedido que había hecho en otro lugar y él se fue a comprar la motocicleta, por lo que acordaron encontrarse más tarde en un restaurante cercano.
Barry llegó a la tienda de motocicletas y vio a la motocicleta ‘Harley’ de sus sueños, era un modelo 2013, no quería algo ostentoso, quería una motocicleta en la que se sintiera a gusto, lo único malo es que su esposa le había advertido que no iría a dar la vuelta con él, a pesar de que el hombre se lo había pedido.
Tras comprarla, tomó la carretera para manejarla por primera vez, pero a solo 4 kilómetros de haber salido de la tienda, el hombre perdió el control estrellándose con un tractor, perdiendo el casco de protección en el percance y terminando debajo del pesado vehículo, falleciendo de manera instantánea.
Antes de morir el sujeto publicó en su página de Facebook una foto de su motocicleta con el texto: “44 años finalmente conseguí una” (sic), su muerte fue tan inesperada que incluso un día después de sucedido el accidente sus amigos lo felicitaron por su “nuevo juguete”.
La esposa dijo no sentir resentimiento o coraje por la cruel ironia de la situación. Dijo que su esposo vivió su vida al máximo y así murío, “fue algo que quiso toda su vida”, dijo Pam a la prensa local, “es como mi hijo dice, ‘papá se fue con la sonrisa más grande en su cara”.
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