El transporte ha sido el “coco” de todos los gobiernos, el transporte intermunicipal, más “en chino” todavía, pero este asunto no se toca ni se atiende de manera integral. No hace mucho los grupos facciosos de transportistas sostenían una cruenta lucha que arrojó varias bajas, acusaciones mutuas y ruidosas protestas, pero otra vez: “no pasó nada”, una maldición que Silvano Abarca prometió resolver pero no ha hecho nada, todo sigue en falsas promesas y los transportistas “hacen y deshacen” a sus anchas. Dos aparatosos accidentes, cuatro personas muertas y varios heridos en menos de cinco días, pusieron en jaque al sistema en ambos municipios y evidenciaron la cruda realidad. Los pasajeros salieron disparados por las ventanas de los taxis, tras el derrape y las volteretas mortales de los vehículos. Otros quedaron mal heridos, prensados entre los fierros. “Denúncienlo” nos increpaba, uno de los líderes transportistas detrás de estas trágicas historias. Pero los mismos usuarios nos aseguran que nada se resuelve con denunciar los casos aislados si tradicionalmente no se actúa de fondo, la autoridad sigue omisa. Pasados los días vendrá el olvido para seguir exactamente igual. Los transportistas también son víctimas de un problema que se dejó crecer por los gobiernos, al autorizar permisos “a diestra y siniestra”, sobresaturaron el mercado al vaivén de los compromisos en turno. Pese a varios estudios realizados sobre la materia, no se atiende las recomendaciones de los especialistas, los académicos universitarios, mientras que los usuarios del servicio, taxis, calafias o camioncitos para el transporte de personal, son rehenes de los transportistas que ofrecen un servicio, caro, malo y de alto riesgo. Los usuarios, son el último eslabón de esa cadena de vicios y literalmente “se la rifan” para ir de un lugar a otro. Las autoridades solapan una maraña de vicios y corrupción, omisas y complacientes “hacen como que hacen”, “por una corta, para los chescos”, siguen “pateando el bote”, la discrecionalidad en todo su esplendor. En este contexto, muchos choferes protagonizan a diario “una loca carrera” en las carreteras donde se disputan el pasaje, van contra el reloj para conseguir para la gasolina, el aceite, las refacciones y la renta de la unidad. Sin revisiones médicas frecuentes, muchos “se doblan” para completar sus gastos, no hay quien les aporta para sus revisiones médicas, sus medicamentos, anteojos o tratamientos. De su fondo para el retiro, ni quien diga algo. Otros tantos, jóvenes acelerados y de escasa preparación escolar, incluso se drogan, “le pegan al foco” para aguantar las extenuantes horas de estrés, para sobrellevar la friega diaria. Recientemente hubo una reunión sobre el tema en Tijuana y funcionarios del transporte en Rosarito, recién llegados a sus cargos, fueron exhibidos penosamente por su total desconocimiento en la materia. Lo dicho, se sigue improvisando en este tema, fallándoles a los ciudadanos. Menos mal que se tiene a un gobierno sensible, al menos por slogans no paramos. Que Dios nos ampare a todos.
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